Es importante que prestemos atención al color del humo de nuestro tubo de escape, pues puede ser un indicativo de que algo le pasa a nuestro vehículo.

Lo ideal es que el humo emitido sea de color grisáceo y con poca densidad, aunque el humo sea negro puede tener que ver únicamente con la mezcla de combustible que se produce dentro del motor. Es, de hecho, un problema, pues implica un mayor gasto de combustible, lo que a su vez significa que gastaremos más dinero en la gasolinera, e incluso que se produzca una avería de gravedad.

Una mala mezcla de combustible puede deberse a un exceso del mismo, sobre todo si hablamos de gasolina, pero también puede deberse a la suciedad acumulada en el filtro del aire, o a que esté roto o estropeado, de forma que perjudique la entrada de oxígeno suficiente al motor. ¿Y qué hay que hacer? Se trata de que recalibremos la mezcla de combustible.

En el caos de los diésel, puede ser que el vehículo simplemente esté expulsando partículas quemadas que se hayan acumulado dentro el tubo de escape, y que el humo negro solo salga al pegar un acelerón inicial. Es una reacción común en los coches de antes de 2004, `pues estos coches carecían de filtro antipartículas. ¿El efecto?  Nada bueno: además de gastar más, puede fallar el catalizador, y eso son ya palabras mayores